Viajar por Polonia es conocer también de su historia, especialmente de su historia reciente, las guerras que sucedieron, las invasiones de potencias extranjeras y el Holocausto. Durante el tiempo en que Polonia estuvo dominada por el régimen Nazi se crearon cientos de prisiones, campos de concentración y exterminio, donde encerraron y mataron a millones de personas, y uno de los más conocidos es Auschwitz, cerca de la localidad polaca de Oświęcim, centro neurálgico de la “solución final de la cuestión judía” o Shoá. Aquí te mostraremos qué ver en Auschwitz, cómo llegar, dónde comprar entradas y cómo sacarle el mayor provecho a un paseo que ciertamente no se puede llamar divertido, pero que será de mucho aprendizaje.
Índice de contenidos
Breve historia de Auschwitz
Si le preguntas a un polaco dónde queda Auschwitz, te corregirá diciendo que el nombre polaco es Oświęcim. “Auschwitz” fue el nombre que los nazis le dieron a este pequeño pueblo cuando una gran parte de Polonia fue anexada a Alemania en 1939. A partir de la ocupación empezó a haber detenciones de judíos, intelectuales y líderes religiosos en todo el país, y ya para el año siguiente las cárceles estaban sobresaturadas de prisioneros, por lo que se decidió crear unos campos confinados a donde pudieran enviar nuevos detenidos.
Creación
Auschwitz fue el primer complejo de este tipo en territorio polaco. Creado en junio de 1940, se convirtió al poco tiempo en el mayor campo de concentración del Tercer Reich y, a partir de 1942, también en el máximo lugar de exterminio de judíos y polacos durante la II Guerra Mundial.
Pocos lo saben, pero en realidad Auschwitz es un complejo de varios campos separados entre sí algunos kilómetros. En su época de mayor actividad constaba de tres campos principales: Auschwitz I, donde habitaban unos 16.000 prisioneros; Auschwitz II – Birkenau, el más grande de los tres (unos 90.000 presos) y donde se hallaban las mayores instalaciones de exterminio masivo; y Auschwitz III – Monowitz, con capacidad para unos 10.000 prisioneros, situado junto a unas fábricas de goma sintética y bencina, en donde trabajaban los reclusos. Además de estos, había varias decenas de sub-campos donde habitaban otros 21.000 presos que eran forzados a trabajos pesados.
Liberación
En enero de 1945, ante el avance de los ejércitos aliados liberando el territorio polaco, los nazis se vieron forzados a abandonar Auschwitz, no sin antes movilizar a 56.000 prisioneros –aquellos que estuvieran lo suficientemente fuertes para caminar– hacia el corazón del Tercer Reich en la que luego fue llamada “Marcha de la Muerte”. Más de 9.000 personas fallecieron durante esa movilización debido al cansancio, las enfermedades y las bajas temperaturas.
En cuanto a las instalaciones, los nazis intentaron borrar toda evidencia de los crímenes que se habían cometido durante casi 5 años en esos lugares: quemaron los registros de los presos y deportados, destruyeron con explosivos la mayoría de las cámaras de gas y se llevaron una gran cantidad de los objetos que habían requisado a los prisioneros a su llegada. Sin embargo, gran cantidad de estas pruebas se pudieron recuperar después de la liberación del campo por parte de las tropas aliadas.
Museo de la Memoria
En abril de 1946, después del final de la guerra, se enviaron al lugar oficiales del Ministerio de Cultura junto con antiguos prisioneros, para proteger lo que quedaba del campo y reconstruir los hechos de lo que había pasado en Auschwitz, con el fin de poder mostrarlo al mundo y que no se perdiera la memoria de lo acontecido. El 14 de junio de 1947 se inauguró el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau.
Cómo llegar a Auschwitz
Puedes llegar al Museo de Auschwitz de varias maneras:
En coche
Si piensas ir en coche desde Katowice (la ciudad más cercana), lo mejor es que tomes la A4/E40 –que comunica Katowice y Cracovia– y salgas luego hacia Oświęcim, en un recorrido que te llevará poco más de 30 minutos. Desde Cracovia, en cambio, puede llevarte entre 1 y 1,5 horas, tomando también la A4/E40 pero en sentido contrario. La entrada al estacionamiento del museo está en la calle Stanisławy Leszczyńskiej, número 16, en Oświęcim.
En tren
Diariamente salen varios trenes tanto desde Katowice Dworzec PKP, la estación principal de Katowice, como desde Kraków Główny, la estación de Cracovia. El recorrido dura entre una y dos horas –dependiendo de dónde salgas– y llegan a la estación de Oświęcim, desde donde puedes tomar un bus local para cruzar la ciudad y llegar al museo.
En bus
Existen varias líneas que ofrecen la conexión desde varios puntos de Cracovia y Katowice hasta la estación de buses de Oświęcim, pero al igual que la estación de trenes, ésta queda del otro lado de la ciudad, así que te tocaría caminar hasta el Museo (unos 25 minutos), tomar un bus local o quizás un taxi. Sin embargo, existen unas cuantas empresas que hacen el recorrido directo hasta el museo. Una de ellas se puede encontrar en la plataforma superior de la estación de buses de Cracovia –justo al lado de Kraków Główny– y el precio es de unos 15 złotys (alrededor de 4€).
Cómo comprar tickets para Auschwitz
Debes saber en primer lugar que puedes visitar gran parte del museo sin tener que pagar nada, sólo que dependerá del lugar que quieras visitar y del horario. Sin embargo, los encargados del museo recomiendan contratar un guía o inscribirse en algún grupo pues así puedes conocer muchos más datos y aprender más de tu experiencia en el museo. Además, esos fondos ayudan al sostenimiento de la institución.
Cada día el museo ofrece tours en diferentes idiomas –español incluido– tanto para el complejo de Auschwitz I como para Birkenau, y puedes comprar estos tickets directamente en el lugar, pero las colas suelen ser largas, por lo que te recomendamos comprarlas por anticipado en su página web.
Para hacer la visita por tu cuenta sólo se te permitirá entrar en los horarios en que no haya tours guiados, por lo que te recomendamos revisar en la página web los horarios, pues cambian cada mes. Algunas personas adquieren un folleto explicativo de las instalaciones en la librería del museo y lo usan de guía para hacer la visita; es una alternativa un poco más barata.
Qué ver en Auschwitz I
Antes de empezar el recorrido queremos recordarte que el Lugar de la Memoria y el Museo Estatal de Auschwitz es un lugar con una carga histórica tremenda. Se debe respetar en todo momento la solemnidad del recinto, evitando llevar ropa inadecuada, comer en el lugar o hacerse selfies, pues en esos campos cientos de miles de personas sufrieron cantidad de atrocidades, y muchos de ellos fallecieron. No se trata de un paseo turístico, sino de una visita para aprender y honrar la memoria de los que pasaron por allí.
Dicho lo anterior, enumeraremos algunos puntos de interés para que tengas en cuenta durante tu visita y entiendas sobre el contexto histórico.
La puerta “Arbeit Macht Frei”
Era la puerta de entrada al campo. Lo primero que veían los prisioneros cuando los trasladaban desde todas partes de Polonia, haciéndoles creer con esas palabras –“El trabajo libera”– que si trabajaban ahí verían la libertad eventualmente. Cada mañana miles de prisioneros salían por esa puerta para ejecutar trabajos forzados en las fábricas y campos aledaños –constituían mano de obra muy barata–, y volvían a la tarde, agotados y cargando con los cadáveres de los compañeros que habían sido asesinados o simplemente habían desfallecido por el esfuerzo.
Junto a la puerta, a mano derecha, se encuentra el lugar donde tocaba la orquesta del campo, conformada iniciada por presos polacos, pero que luego fue incluyendo prisioneros de otras nacionalidades. La orquesta tocaba música de marcha cada día durante la salida de los prisioneros y la vuelta de los trabajos al final del día, y a veces también daba conciertos los domingos para los efectivos de la SS.
Los bloques 4 y 5
La mayoría de los edificios de Auschwitz I existían desde antes de la guerra. Eran parte de unos cuarteles pertenecientes al ejército polaco, que pasaron a manos alemanas tras la invasión. Los nazis aprovecharon estos bloques y los convirtieron en una prisión, adaptándolos para recibir a los prisioneros polacos, someterlos a crueles tratos e incluso experimentos científicos.
Al entrar al bloque 4 del campo se empieza a hacer patente esta realidad: la exposición nos muestra una cronología de las deportaciones de polacos, judíos, gitanos y otros pueblos a Auschwitz, un modelo a escala de una cámara de gas (con personas sufriendo el exterminio), y las latas usadas de Zyklon B, el gas usado para ahogar a las víctimas.
En el bloque 5 es posible hacerse una idea de la magnitud de los crímenes de los nazis durante la guerra. Apilados en cuartos sucesivos pueden verse los objetos requisados a los prisioneros a su llegada al campo: objetos cotidianos que las víctimas traían consigo, desde ropa y maletas hasta cepillos, peines y hasta las prótesis de aquellos que tenían alguna malformación física o dolencia y que, por ser incapaces de realizar trabajos en el campo, eran inmediatamente seleccionados para morir en las cámaras de gas.
Bloques 10 y 11, y el patio de fusilamiento
En el bloque 10 del campo se llevaron a cabo a partir de 1943 diversos experimentos ginecológicos de esterilización en mujeres judías, como parte del esfuerzo de los nazis por acelerar la “solución final”, el exterminio de los judíos. Desafortunadamente este bloque no está abierto en este momento al público, pero se puede pasar por el frente y ver la puerta por donde entraron muchas mujeres judías para no volver a salir.
Más allá está el bloque 11, que sirvió, entre otras cosas, como cárcel del campo. Aquí encerraban a aquellos prisioneros que debían ser castigados por conducta rebelde, a aquellos condenados al paredón de fusilamiento y a los sospechosos de tener contacto con civiles.
Entre ambos bloques se extendía un espacio amplio, el patio donde ejecutaban los castigos para los prisioneros. Al fondo del patio se puede ver la “Pared de la muerte”, en donde fusilaban a los condenados, y junto a la pared del bloque 10 se pueden ver los postes donde colgaban a aquellos presos que debían recibir un castigo “ejemplar”. En el patio no se pueden tomar fotos, por respeto a las más de 5.000 personas que perdieron la vida en ese sitio, pero se puede guardar silencio unos minutos, meditando y orando por todas esas personas.
La horca colectiva
Frente al edificio de la cocina se puede ver una reconstrucción de la horca donde se hacían las ejecuciones públicas de prisioneros. Se realizaban durante el paso de lista, con la presencia de todos los presos formados en filas para sembrar en ellos el temor de recibir un castigo semejante.
Irónicamente el primer comandante del campo tuvo un destino similar cuando, después del final de la guerra, fue juzgado y condenado a morir colgado en una horca que todavía se conserva en uno de los extremos del campo, justo al lado del edificio de la primera cámara de gas y el crematorio.
Segunda parte: Qué ver en Auschwitz II – Birkenau
No existe un orden determinado para visitar ambos campos, aunque los guías suelen hacer el primer tour por Auschwitz I y luego por Birkenau. Pero si quieres ir por tu cuenta, puedes tomar el bus lanzadera que realiza de forma gratuita el recorrido entre ambos campos cada 15 minutos. El traslado dura poco más de 10 minutos.
Una vez llegados a Birkenau, lo primero que sorprende es su tamaño: son varios kilómetros de campo de concentración con barracones –o lo que queda de ellos– que se suceden casi hasta perderse en el horizonte. Es posible que reconozcas el edificio de la entrada, así como el interior de los barracones, pues muchas de las películas sobre el Holocausto intentan reproducir las condiciones vividas en Birkenau.
La puerta de entrada, la plataforma y las ruinas de las cámaras de gas
Lo primero que veían los prisioneros al llegar a Birkenau era un edificio de ladrillo –sede del cuerpo de guardia de la SS– con una gran boca por donde entraban los trenes. Detrás de esta boca se encontraba la plataforma donde los presos eran descargados, ordenados y seleccionados: a aquellos que eran aptos para trabajar se les hacía pasar al edificio “Sauna”, pero aquellos que no –ancianos, embarazadas, niños, personas enfermas– eran llevados inmediatamente a las cámaras de gas a ambos lados de la plataforma.
Lo único que queda de estas cámaras de gas junto a la plataforma son las ruinas, pues fueron destruidas por los mismos nazis antes de abandonar el campo. También pueden verse dos pequeños estanques donde echaban las cenizas humanas después de que las víctimas eran cremadas.
Los barracones
A lado y lado de la plataforma ferroviaria se extienden varios campos cercados con barracones –de ladrillo los de la izquierda y madera los de la derecha– que cumplían diversas funciones. La mayoría de ellos servían de dormitorios de los prisioneros, equipados con literas comunes de tres camastros, nada adecuados para afrontar los rigores del invierno polaco, pero también había barracones que servían de baños (sin nada de privacidad para los presos), cocinas y cuarteles para los guardias.
La mayoría de los barracones de ladrillos sobrevivieron a la guerra, pero los barracones de madera han sido reconstruidos para reproducir las condiciones en que vivían los prisioneros.
El baño principal del campo (“Sauna”)
En uno de los extremos del campo se encuentra este edificio donde se encontraba el baño principal, también llamado “Sauna”, y donde tenían también las instalaciones para desinfectar la ropa. Algunos presos eran seleccionados para trabajar aquí y manejar las máquinas.
Desde diciembre de 1943 este edificio desempeñó el papel de recibir a aquellos prisioneros que habían superado la primera criba y eran aptos para trabajar. Se les hacía pasar entonces por una especie de línea de producción en la que se les despojaba de sus pertenencias, se les obligaba a desvestirse, se les cortaba el pelo, se les sometía a una desinfección y un baño, se les asignaba un número y se les daban trajes rayados.
El monumento a las víctimas
Siguiendo las vías de tren se puede ver una construcción que, a primeras, destaca del resto porque es diferente. Se trata de un monumento erigido en 1967 para honrar la memoria de todas las víctimas que perdieron su vida en Auschwitz, y la razón de que se encuentre al final de la plataforma de descarga, a 800 metros de la entrada del campo, es para simbolizar el final de ese período de dolor y crueldad, de ese camino que conducía a personas inocentes a una muerte injusta.
Al pie del monumento hay 23 placas conmemorativas con textos en los diferentes idiomas que hablaban las víctimas del campo, entre ellos hebreo, polaco, alemán, inglés e italiano.
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Como dijimos antes, la visita a Auschwitz no es un paseo placentero, sino más bien un recorrido duro –y por momentos desagradable–, pero necesario para aprender sobre la historia y para entender hasta qué punto podemos llegar los seres humanos si nos dejamos llevar por las ideologías y la falta de raciocinio. Podría decirse que debe ser una visita obligatoria para todo el que ponga un pie en Polonia, así que te animamos a acercarte y conocer más sobre este episodio de la historia polaca, europea y universal.
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